Antropometrías parte de un proceso performático donde Sara Coleman interactúa con el material fieltro directamente con su cuerpo,
de manera que la escultura final se entiende como el resultado -siempre abierto y no definitivo- de dicho proceso.
La obra cuestiona así la estandarización de los cuerpos, reglamentados por convecciones culturales, sociales, políticas…
Cuerpos sólidos que responden a una "estandarización antropométrica que ha venido determinando toda la iconografía del poder del
cuerpo masculino sobre el espacio" [Sabrina Gaudino] y que la artista, a través de flexiones y modulaciones infinitas, desarticula.
De esta forma el cuerpo que Sara Coleman nos ofrece se entiende como espacio abierto a la experiencia que se metamorfosea de
manera continua y diversa a través de pliegues y repliegues.
El cuerpo, en relación con el espacio, se entiende así como modo de extensión existente en acto, siempre en proceso.